GEO5
Fotografía: Pedro Vidal Gayoso
Resumen
para
responsables
de políticas
Primera
edición, realizada por el Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente
en el 2012
Copyright
© 2012, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
El quinto informe Perspectivas del
Medio Ambiente Mundial (GEO 5) proporciona un análisis científico de por qué el
mundo necesita un cambio urgente en la orientación del desarrollo, a 20 años desde la Cumbre para la Tierra de Río de 1992.
El GEO 5 pone de relieve no solo la
gravedad de los cambios ambientales y las dificultades que están surgiendo en
todo el mundo, sino que también muestra que, en demasiadas esferas, el cambio ambiental
se está acelerando y empujando al planeta hacia unos puntos de inflexión.
El GEO 5 representa la evaluación más
fidedigna de las Naciones Unidas sobre el estado, las tendencias y las
perspectivas del medio ambiente mundial. Dicho informe, junto con el proceso consultivo a nivel
mundial sobre el que se sustentan sus conclusiones, ofrece a los gobiernos y
las sociedades, en la víspera de Río+20, la visión científica que puede potenciar un
cambio ambiental positivo como contribución al logro del desarrollo sostenible.
Este Resumen del GEO 5 para los
responsables de la formulación de políticas ofrece una instantánea del estado actual del
medio ambiente y el desempeño mundial para alcanzar metas acordadas internacionalmente. También se destacan enfoques prometedores, respuestas y opciones de
políticas capaces de respaldar una transición hacia una economía verde integradora y
un siglo sostenible.
Achim Steiner
Secretario General Adjunto de las
Naciones Unidas y
Director Ejecutivo del Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente
- Umbrales críticos
Los
cambios que actualmente se observan en el sistema
Tierra no tienen precedentes en la historia de la humanidad.
Los esfuerzos por reducir la velocidad o la magnitud
de los cambios – incluyendo una mejora en la eficiencia
de los recursos y medidas de mitigación – han dado
resultados moderados pero no han conseguido revertir
los cambios ambientales adversos. En los últimos
cinco años no han disminuido ni la escala de los cambios
ni su velocidad.
A
medida que se han ido acelerando las presiones de
los seres humanos en el sistema Tierra nos hemos acercado
a varios umbrales críticos mundiales, regionales
y locales, o los hemos superado. Una vez que
se hayan cruzado esos umbrales, es probable que ocurran
cambios bruscos y posiblemente irreversibles en
las funciones que sustentan la vida del planeta, que traerán
importantes consecuencias negativas para el bienestar
humano. Un cambio brusco a escala regional se
puede observar, por ejemplo, en el colapso de los ecosistemas de lagos y estuarios de agua dulce como consecuencia
de la eutrofización; un ejemplo de un cambio
brusco e irreversible es el derretimiento acelerado de
la capa de hielo del Ártico, así como el deshielo de los glaciares, debido a la amplificación del calentamiento global.
Las
consecuencias de los cambios complejos y no lineales
en el sistema Tierra ya están teniendo graves consecuencias
para el bienestar humano, como son:
•
factores
múltiples e interrelacionados, como sequías
combinadas
con presiones sociales y económicas,
que
afectan la seguridad humana;
•
aumento
de la temperatura media por encima de
ciertos
umbrales en determinados lugares, lo que
ha
tenido importantes consecuencias en la salud
humana,
como un aumento de los casos de malaria;
•
aumento
de la frecuencia y la gravedad de fenómenos
climáticos,
como inundaciones y sequías, a niveles
sin
precedentes que afectan tanto el capital natural
como
la seguridad humana;
•
variación
cada vez más rápida de la temperatura
y
aumento del nivel del mar que influyen en el
bienestar
humano en determinados lugares. Por
ejemplo,
repercuten en la cohesión social de
muchas
comunidades, entre otras las comunidades
indígenas
y locales; el aumento del nivel del mar
supone
una amenaza para algunos bienes naturales
y
la seguridad alimentaria de los Pequeños Estados
Insulares
en Desarrollo; y
•
considerable
pérdida de diversidad biológica y
extinción
constante de especies que repercute en la
prestación
de servicios de los ecosistemas, como el
colapso
de una serie de actividades pesqueras y la
pérdida
de especies utilizadas con fines medicinales.
La
perspectiva de mejorar el bienestar humano depende decisivamente
de la capacidad de los individuos, los países
y la comunidad internacional para responder a los
cambios ambientales que aumentan los riesgos y reducen
las oportunidades para el fomento del bienestar de
la humanidad, en particular los esfuerzo por erradicar la
pobreza entre las poblaciones pobres y vulnerables.
Debido
a la complejidad del sistema Tierra, las respuestas a
estos cambios deben centrarse en sus causas fundamentales,
las fuerzas motrices del cambio ambiental, más
que solamente en las presiones o síntomas.
2.
La formulación de políticas con base empírica exige
un mayor número de datos confiables
La
falta de datos cronológicos confiables y sistemáticos sobre
el estado del medio ambiente obstaculiza sobremanera
la posibilidad de aumentar la eficacia de
las políticas y programas. Además, imposibilita el seguimiento
sistemático de muchas de las fuerzas impulsoras
del cambio ambiental y sus impactos. Todos los
países deberían comprometerse a vigilar y evaluar su propio
medio ambiente e integrar la información social, económica
y ambiental para sustentar en esa información los
procesos de adopción de decisiones. Debido a la necesidad
de contar con enfoques estandarizados para la recopilación
de datos, se debe fortalecer la cooperación internacional
y la creación de capacidades para la recopilación
de datos. Asimismo es fundamental mejorar el
acceso a la información.
3.
El deterioro ambiental pone de manifiesto que las metas
acordadas internacionalmente solo se han logrado
parcialmente
Muchos
instrumentos subnacionales, nacionales e
internacionales
ya disponibles están contribuyendo a la
mejora
del medio ambiente. No obstante, hay indicios
de
que muchos lugares siguen deteriorándose y de que
la
mayoría de los problemas ambientales mundiales
examinados
en la quinta evaluación de Perspectivas
del
Medio Ambiente Mundial siguen verificándose.
Para
cuestiones tales como las vías de exposición y
los
efectos de los productos químicos, así como las
tendencias
observadas en la degradación de la tierra,
una
mejor comprensión podría conducir a respuestas
más
acertadas. Para otros, como la reducción de
las
concentraciones de partículas en la atmósfera
se
necesita una aplicación más sistemática de los
instrumentos
disponibles.
Atmósfera
Algunas
cuestiones relativas a la atmósfera se han
resuelto
de manera eficaz utilizando diversos mecanismos
y
en los casos en que se tomaron medidas efectivas
los
beneficios han superado con creces los costos. Por
ejemplo,
se ha avanzado mucho en el el logro de la meta
acordada
internacionalmente en el Protocolo de Montreal,
de
proteger la capa de ozono estratosférica (es decir, el
ozono
en las capas superiores de la atmósfera). Se ha
conseguido
una reducción drástica de la producción y uso
de
sustancias que agotan el ozono, como resultado de lo
cual
desde 1994 han mejorado en un 31 por ciento los
indicadores
relativos a las sustancias que agotan el ozono
en
latitudes medias, y previsiblemente se han evitado
unos
22 millones de casos de cataratas en personas
nacidas
entre 1985 y 2100 en los Estados Unidos de
América,
sin contar otros países.
En
otros campos, como la reducción de materia
particulada
en interiores y exteriores y las emisiones
de
compuestos de azufre y de nitrógeno, los resultados
no
han sido homogéneos. El ozono troposférico (es
decir,
el ozono en las capas inferiores de la atmósfera)
sigue
siendo un problema importante cuya solución
está
resultando difícil. En algunos lugares de África,
Asia
y América Latina, donde los niveles de material
particulado
atmosférico en las zonas urbanas siguen
siendo
muy superiores a los recomendados en las
directrices
internacionales, existe un alto grado de
preocupación.
De modo parecido, el fenómeno de la
calima
de polvo que se da en Oriente Medio también
suscita
preocupación. Una mejor información sobre la
calidad
del aire local podría ayudar a sensibilizar a la
opinión
pública sobre este asunto.
La
meta acordada internacionalmente de evitar los
efectos
negativos del cambio climático representa para la
comunidad
mundial uno de los desafíos más importantes y
pone en peligro el logro de los objetivos de
desarrollo
en general. A medida que el aumento de los
niveles
de consumo dan por tierra con los adelantos
logrados
en la reducción de la intensidad del carbono
derivados
de la producción y el consumo, para poder
cumplir
las metas relativas al cambio climático previstas
en
la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre
el
Cambio Climático, en las que se propone reducir las
emisiones
de gas de efecto invernadero a fin de mantener
el
aumento de la temperatura media mundial por debajo
de
los 2° C respecto de los valores preindustriales, no
solo
será necesario cumplir las promesas asumidas
sino
introducir transformaciones que promuevan una
economía
baja en carbono.
Además,
es necesario avanzar en la elaboración y
aplicación
de planes de acción nacionales sobre
el
cambio climático, entre ellos planes de acción
nacionales
para la adaptación y medidas de mitigación
apropiadas
desde el punto de vista nacional. Las medidas
complementarias
para hacer frente a los forzadores
climáticos
de vida corta, como son el carbono negro, el
metano
y el ozono troposférico, que son contaminantes
del
aire que también contribuyen al calentamiento del
planeta,
pueden disminuir de una manera costo-efectiva
el
ritmo de aumento de la temperatura a corto plazo y, al
mismo
tiempo, reducir los riesgos que se plantean para la
salud
humana y la producción de alimentos.
Tierra
La
presión sobre los recursos del suelo del planeta
ha
aumentado en los últimos años. El crecimiento
económico
ha tenido lugar a expensas de los recursos
naturales
y los ecosistemas; debido a los incentivos
perjudiciales,
es probable que solo la deforestación y
la
degradación de los bosques supongan un costo para
la
economía mundial incluso superior a las pérdidas
derivadas
de la crisis financiera de 2008. Se acepta de
de
manera creciente que la mejora del recurso suelo y
su
manejo sostenible para prevenir la degradación de
tierras,
incluyendo la erosión, es una meta importante,
y
existen muchos ejemplos de progresos reales. Los
esfuerzos
coordinados en la Amazonía brasileña han
demostrado
que políticas innovadoras de monitoreo
de
los bosques, tenencia de la tierra y cumplimiento
de
las leyes, junto con iniciativas impulsadas por los
consumidores,
pueden tener un efecto significativo a la
hora
de reducir el ritmo de la deforestación.
Algunos
sistemas de silvicultura y agrosilvicultura, así
como
los esfuerzos por reducir la conversión de tierras
para
otros usos, son ejemplos que pueden ayudar a
mantener
y mejorar el almacenamiento de carbono en
el
suelo y contribuir a la conservación y la utilización
sostenible
de la diversidad biológica. Una gestión de
los
bosques apropiada podría incluir la regeneración
natural
de los bosques degradados y la reforestación,
con
lo que se regularía la conversión de áreas forestales
hacia
fines no forestales mediante mecanismos globales
de
forestación compensatoria y la adopción de prácticas
agrosilvícolas.
Los esfuerzos por comprender mejor los
servicios
que prestan los ecosistemas derivados de
los
diversos usos de la tierra, así como la valoración
del
capital natural, se encuentran en una etapa inicial y
deben
fortalecerse.
En
general, sin embargo, los problemas son graves y los
éxitos
relativamente pocos. El ritmo al que se pierden los
bosques,
especialmente en los trópicos, sigue siendo
alarmantemente
elevado. El crecimiento de la población,
el
desarrollo económico y los mercados mundiales son
importantes
impulsores del cambio que, en conjunto,
intensifican
la presión sobre la tierra incrementando la
demanda
de alimentos, piensos, energía y materias primas
(gráfico
3). El crecimiento simultáneo de la demanda
está
provocando la conversión de los usos de la tierra, la
degradación
de la tierra, la erosión del suelo y el aumento
de
la presión sobre las áreas protegidas. La necesidad de
mejorar
la productividad agrícola como consecuencia, por
ejemplo,
del crecimiento de la población, y de compensar
la
pérdida de tierras cultivables frente a la urbanización,
la
construcción de infraestructuras y la desertificación
ha
de sopesarse teniendo en cuenta los posibles costos
ambientales.
Al adoptar decisiones relativas al uso de
la
tierra a menudo se ignora el valor no comercial de los
servicios
que prestan los ecosistemas y se pasan por alto
los
límites biofísicos de la productividad, incluidas las
tensiones
adicionales que el cambio climático produce
en
las zonas productivas. Muchas intervenciones
encaminadas
a proteger los ecosistemas han fallado
también
en lo que se refiere a entablar una relación
adecuada
con las comunidades indígenas y locales y
con
el sector privado, o a tener en cuenta los valores
locales.
Además, no siempre es fácil compatibilizar un
enfoque
integrado de la conservación y el desarrollo con la
legislación
local sobre el uso de la tierra.
Con
todo, existe la posibilidad de crear más sistemas
sostenibles
de gestión de la tierra. Las políticas relativas
a
la tierra, como el pago por los servicios prestados por
los
ecosistemas (PSA) y la gestión integrada basada en
los
emplazamientos, constituyen algunas de las esferas
más
activas de innovación en el ámbito normativo.
Para
que esas medidas puedan ampliarse, es necesario
corregir
algunas deficiencias:
•
los
datos y las actividades de supervisión son
claramente
insuficientes; y
•
se
necesita establecer objetivos claros y tangibles,
acordados
a nivel internacional, en relación con
la
tierra, ya que la mayoría de los que existen son
imprecisos
y no pueden cuantificarse.
Agua
dulce
El
mundo está en camino de alcanzar el Objetivo de
Desarrollo
del Milenio (ODM) sobre el acceso al agua
potable,
pero no el del saneamiento —2.600 millones
de
personas siguen sin tener acceso a servicios básicos
de
saneamiento— y se han hecho algunos adelantos
en
el cumplimiento de las metas de eficiencia del agua.
Pese
a esos adelantos, preocupa el hecho de que en
muchas
regiones ya se haya alcanzado o superado el
límite
de sostenibilidad de los recursos hídricos, tanto
respecto
de las aguas superficiales como subterráneas,
que
la demanda de agua siga aumentado y que el
estrés
hídrico que afecta tanto a las personas como a la
biodiversidad
se esté intensificando rápidamente. La
extracción
mundial de agua se triplicó en los últimos
50
años; los acuíferos, cuencas hidrográficas y
humedales
cada vez corren más peligro pero a menudo
no
se los supervisa y gestiona como debiera. Entre
1960
y 2000 se duplicó con creces la velocidad a la
que
estaban disminuyendo las existencias mundiales
de
aguas subterráneas. Hoy en día, el 80 por ciento de
la
población del mundo vive en zonas que están muy
amenazadas
por la seguridad del agua, en las que 3.400
millones
de personas, casi en su totalidad en países
en
desarrollo, son las más gravemente afectadas. Se
calcula
que para 2015 unos 800 millones de personas
no
tendrán acceso a un abastecimiento de agua
mejorado,
a pesar de que la mejora de los servicios de
saneamiento
y de abastecimiento de agua potable sigue
siendo
una manera económica de reducir la mortalidad
y
las enfermedades provocadas por el agua. En muchos
países
no se llevan a cabo la recolección de datos, la
evaluación
y monitoreo de los recursos hidrológicos, de
la
disponibilidad y calidad del agua, cuya importancia
para
la gestión integrada de los recursos hídricos y el
desarrollo
sostenible es fundamental. Se trata de una
labor
que debe mejorarse.
El
agua, la energía, el desarrollo socioeconómico y el
cambio
climático están íntimamente ligados entre sí.
Por
ejemplo, la utilización de fuentes tradicionales de
producción
de energía provocan un aumento de las
emisiones
de gases de efecto invernadero y el cambio
climático
que contribuyen a la escasez de agua, los
fenómenos
climáticos extremos tales como inundaciones
y
sequías, el aumento del nivel del mar, y la pérdida de
hielo
glaciar y de los mares polares. Las respuestas al
cambio
climático, entre ellas el fomento de fuentes de
energía
que disminuyan la huella de carbono, también
pueden
repercutir en el medio ambiente acuático. La
producción
de energía hidroeléctrica puede contribuir a la
fragmentación
de los sistemas fluviales, mientras que la
construcción
de determinadas infraestructuras de energía
solar
consume cantidades importantes de agua, a menudo
en
entornos áridos que ya de por sí experimentan escasez
hídrica.
A medida que aumente la escasez de agua,
algunas
regiones se verán obligadas a depender en mayor
medida
de la captación de agua y el manejo de cuencas
hidrográficas.
Puede que la desalinización también
contribuya,
pero en la actualidad su aplicación requiere
grandes
cantidades de energía, recursos financieros y
humanos,
además de asistencia técnica.
Es
necesario utilizar el agua de manera más eficiente.
El
92 por ciento de la huella hídrica mundial total guarda
relación
con la agricultura. La eficiencia del riego y la
reutilización
del agua podrían mejorar en alrededor de un
tercio,
sencillamente aplicando la tecnología disponible.
Asimismo, la prevención y reducción de la
contaminación
de las aguas, tanto de fuentes localizadas
como
difusas, también son medidas fundamentales para
mejorar
la disponibilidad de agua para usos múltiples.
A
pesar de los importantes avances conseguidos en la
gestión
integrada del agua en los últimos 20 años, la
presión
cada vez mayor en el suministro y la utilización
del
agua debe compensarse con una aceleración de las
mejoras
en la gobernanza a todos los niveles.
Océanos
Con
el fin de proteger el medio ambiente marino
de
la contaminación se han establecido una serie
de
convenios, protocolos y acuerdos mundiales,
regionales
y subregionales. Estos instrumentos también
fomentan
una utilización integrada y sostenible de los
recursos
marinos y costeros, así como la gestión del agua
basada
en los ecosistemas.
A
pesar de los acuerdos mundiales existentes no
cesan
las señales de la degradación. Por ejemplo, el
número
de zonas costeras eutróficas ha aumentado
considerablemente
desde 1990: al menos 415 zonas
costeras
han dado signos de una eutrofización grave y de
ellas
solo 13 se están recuperando. Las notificaciones
de
brotes de intoxicación paralítica por mariscos,
por
ejemplo a causa de la toxina producida por las
floraciones
de algas en aguas eutróficas, han aumentado
de
menos de 20 en 1970 a más de 100 en 2009. De los
12
mares estudiados entre 2005 y 2007, las costas del
Mar
de Asia Oriental, el Pacífico Norte, el Pacífico Sur y
la
región del Gran Caribe contienen el mayor volumen
de
basura marina. Por el contrario, el Mar Caspio, el Mar
Mediterráneo
y el Mar Rojo son los que menos volumen
tienen.
La absorción excesiva de CO2 de la atmósfera
está
provocando la acidificación de los océanos, que se
cierne
como una gran amenaza para las comunidades de
arrecifes
de coral y los mariscos. Se necesitan estudios
adicionales
para comprender mejor el alcance, la
dinámica
y las consecuencias de este proceso.
La
gestión sostenible de las zonas costeras y los
recursos
marinos, por ejemplo mediante áreas marinas
protegidas,
exige la adopción de medidas a escala
nacional,
una coordinación eficaz y la cooperación a
todos
los niveles.
Diversidad
biológica
Las
áreas protegidas ahora cubren casi el 13 por ciento
de
la superficie terrestre total, y hay un creciente
reconocimiento
de las zonas administradas por
comunidades
indígenas y locales. Sin embargo, el
hecho
de que un área protegida esté aislada de las otras
sigue
suscitando preocupación. Este aspecto se puede
abordar
creando corredores biológicos entre las áreas
protegidas.
Actualmente está protegida menos del 1,5
por
ciento de la superficie marina total, mientras que el
objetivo
acordado a nivel internacional en las Metas de
Aichi
para la Diversidad Biológica, del Convenio sobre la
Diversidad
Biológica es proteger el 10 por ciento de las
zonas
costeras y marinas para el año 2020.
Se
han adoptado políticas y normas y tomado medidas
para
minimizar la presión sobre la diversidad biológica,
entre
otras, la reducción de la pérdida de hábitat, la
conversión
de tierras, la carga de contaminación y
el
comercio ilícito de especies amenazadas. Dichas
medidas
también promueven la recuperación de
especies,
la recolección sostenible, la restauración de
hábitats
y la gestión de las especies exóticas invasivas.
No
obstante, la pérdida sustancial y constante de
especies
contribuye al deterioro de los ecosistemas.
Hasta
dos tercios de las especies en algunos taxones
están
amenazadas de extinción; las poblaciones de
especies
están en declive, desde 1970, las poblaciones
de
vertebrados han disminuido en un 30 por ciento;
y desde 1970 la conversión y la degradación
han
provocado una reducción del 20 por ciento en
algunos
de los hábitats naturales. El cambio climático
tendrá
repercusiones profundas en la biodiversidad,
particularmente
si va acompañado de otras amenazas.
La
pérdida y la degradación del hábitat, por ejemplo
como
consecuencia de prácticas agrícolas no sostenibles
y
el desarrollo de infraestructura; la explotación no
sostenible;
la contaminación y las especies exóticas
invasivas
siguen siendo las amenazas predominantes
para
la diversidad biológica terrestre y acuática. Todas
ellas
contribuyen a un declive de los servicios de los
ecosistemas,
lo cual puede suponer una inseguridad
alimentaria
creciente y poner en peligro la reducción de la
pobreza
y la mejora de la salud y el bienestar humanos.
Las
Metas de Aichi para la Diversidad Biológica del
Convenio
sobre la Diversidad Biológica y la entrada
en
vigor del Protocolo de Nagoya sobre Acceso y
Participación
en los Beneficios brindan la oportunidad
de
promover un enfoque mundial concertado para
revertir
el declive de la diversidad biológica. A tal fin,
sería
útil ayudar a que los encargados de la formulación
de
políticas tomen conciencia de la contribución
que
la diversidad biológica y los servicios de los
ecosistemas
representan para el bienestar humano,
así
como integrar en mayor medida las políticas y las
respuestas
institucionales. Entre estas medidas cabe
incluir
incentivos y un compromiso efectivo con las
comunidades
indígenas y locales, así como con el
sector
privado.
Productos
químicos y desechos
El
desarrollo de la industria química ha traído muchos
beneficios
que sustentan los avances en la agricultura
y
la producción de alimentos, el control de plagas
de
los cultivos, la industria manufacturera, una
tecnología
sofisticada, la medicina y la electrónica.
Hoy
en día se comercializan alrededor de 248.000
productos
químicos y su producción y utilización sigue
aumentando
a un ritmo rápido.
Sin
embargo, algunos productos químicos representan
riesgos
para el medio ambiente y la salud humana debido
a
sus propiedades peligrosas intrínsecas. Es probable que
los
efectos negativos sobre la salud humana y el medio
ambiente,
y en consecuencia el costo de la inacción,
sean
sustanciales. La gestión de los productos químicos
y
los desechos se está abordando actualmente mediante
una
serie de acuerdos ambientales multilaterales a
escala
regional y mundial, entre otros los convenios de
Basilea,
Estocolmo y Rotterdam y, desde 2006, el Enfoque
Estratégico
para la Gestión de los Productos Químicos a
Nivel
Internacional (SAICM). Aún así, es preciso incorporar
en
dichos acuerdos un mayor número de productos
químicos
de interés mundial.
El
aumento de la urbanización ha contribuido a generar más
desechos,
por ejemplo, desechos electrónicos en general
y
desechos más peligrosos procedentes de actividades
industriales
y de otro tipo. Los países de la Organización de
Cooperación
y Desarrollo Económicos (OCDE) produjeron
unos
650 millones de toneladas de desechos municipales
en
2007, que han ido creciendo en torno al 0,5-0,7 por
ciento
cada año, y de los cuales entre el 5 y el 15 por ciento
eran
desechos electrónicos. Hay indicios de que el destino
final
de la mayoría de los desechos electrónicos es el
mundo
en desarrollo y que, a escala mundial, los países
en
desarrollo podrían generar el doble de los desechos
electrónicos
que los países desarrollados para el año 2016.
Si
bien en muchos países hay políticas para gestionar los
desechos,
estas se han aplicado con éxito desigual, y la
presentación
de datos sobre los desechos peligrosos ha
disminuido.
Los problemas de gestión de los residuos
están
destinados a aumentar ya que el reciclaje por sí
solo
no basta para solucionarlos, y exceden la capacidad
de
los países para hacerle frente. La prevención, la
minimización
y la reducción, reutilización y reciclado de
desechos,
así como la validación de los recursos, son
todos
ellos aspectos que requieren atención.
Muchos
países en desarrollo corren el riesgo de sufrir
vacíos
reglamentarios temporales en los que los
cambios
en la producción o la utilización de productos
químicos
se queden al margen de la aplicación de
sistemas
de control y gestión adecuados, en especial
prácticas
de producción más limpias y la gestión
ambientalmente
racional de los desechos.
Sin
embargo, hay una marcada falta de datos para indicar si
las
políticas son eficaces, dónde se plantean los problemas
más
difíciles y, quizás de modo más revelador, dónde
están
empeorando los problemas, pero aún no se han
detectado.
En muchos países, la capacidad es inexistente
o
insuficiente, en particular la capacidad técnica, incluída
la
financiación, la tecnología y la infraestructura para la
gestión
ambientalmente racional de los productos químicos
y
desechos peligrosos. Este hecho es fuente de gran
preocupación
ya que la producción de químicos se está
transfiriendo
de los países desarrollados a los países en
desarrollo,
y el empleo de productos químicos en los países
en
desarrollo está creciendo rápidamente. Debido a la falta
de
datos, no se puede saber a ciencia cierta si se están
cumpliendo
los objetivos acordados a nivel internacional
en
esta esfera y cómo mejorar los programas y políticas
para
alcanzar estos objetivos.
Están
surgiendo nuevas cuestiones, tales como los
productos
químicos que perturban el sistema endocrino,
el
plástico disperso en el medio ambiente, la quema a
cielo
abierto, y la fabricación y el uso de nanomateriales
y
sustancias químicas en los productos, que exigen la
adopción
de medidas para entenderlos mejor y prevenir
daños
a la salud humana y el medio ambiente.
4.
Cambiar el enfoque de las políticas
Gráfico
7: Crecimiento de la población, PIB, comercio y emisiones de CO2,
1990–2008
Existen
razones convincentes para considerar las
políticas
y programas que se centran en las fuerzas
impulsoras
subyacentes que contribuyen a aumentar
la
presión en las condiciones ambientales, en lugar de
concentrarse
solamente en reducir las presiones o los
síntomas
ambientales. Las fuerzas motrices incluyen,
entre
otros, los aspectos negativos del crecimiento de la
población,
la producción y el consumo, la urbanización y
la
globalización.
A
menudo, estas fuerzas motrices se combinan e
interactúan.
Las preocupaciones por los efectos del cambio
climático,
por ejemplo, en particular la vulnerabilidad de
los
cultivos y la inseguridad alimentaria, han dado lugar
a
que se adopten políticas relacionadas con el clima
que
incluyen mandatos para aumentar la producción
de
biocombustibles como el etanol y el biodiesel.
Algunas
fuerzas motrices directas e indirectas pueden
controlarse
a través de medidas que traen beneficios
directos
para el bienestar humano. Por ejemplo, el
aumento
de la eficiencia energética para reducir las
emisiones
de gases de efecto invernadero también
reduce
la contaminación del aire y sus riesgos para
la
salud humana, al tiempo que reduce los costos de
consumo
de energía y aumenta la seguridad energética.
Debido
al rápido crecimiento de las fuerzas motrices,
la
complejidad de sus pautas de comportamiento y su
dinámica,
y su capacidad para provocar consecuencias
inesperadas,
tal vez se produzcan beneficios tangibles
mejorando
las actividades de monitoreo y seguimiento
de
las mismas. Cuando se dispone de un conjunto
integrado
de datos básicos ambientales, sociales y
económicos,
se vuelve factible evaluar con eficacia los
posibles
impactos ambientales de las fuerzas motrices.
5.
Aumentar la escala de las políticas y prácticas prometedoras
de las regiones
En
las evaluaciones regionales del GEO 5 se identificaron
respuestas
e instrumentos normativos que acelerarían
el
logro de las metas acordadas internacionalmente,
basadas
en las mejores prácticas adoptadas con éxito en
una
o más regiones, que incluían las siguientes:
Agua
dulce
La
gestión integrada de los recursos hídricos; la
conservación
y el uso sostenible de los humedales;
la
promoción de la eficiencia del uso del agua; la
medición
del consumo de agua y tarifas basadas en
el
uso, aplicadas a nivel nacional o subnacional; el
reconocimiento
de que el agua potable y el saneamiento
son
un derecho humano básico y necesario; cargas
por
efluentes.
Diversidad
biológica
Instrumentos
de mercado para los servicios de los
ecosistemas,
incluidos pagos por servicios ecosistémicos
(PSE)
y la reducción de las emisiones debidas a la
deforestación
y la degradación forestal (REDD+); el
aumento
del número de áreas protegidas; la gestión
sostenible
de áreas protegidas; la diversidad biológica
transfronteriza
y corredores de vida silvestre; la
participación
y gestión comunitarias; y prácticas
agrícolas
sostenibles.
Cambio
climático
La
eliminación de subsidios perversos o perjudiciales
para
el medio ambiente, especialmente a los
combustibles
fósiles; impuestos a las emisiones de
carbono;
incentivos forestales para la captura de
carbono;
regímenes de comercio de emisiones; seguro
contra
el clima; creación de capacidad y financiación;
preparación
para el cambio climático y adaptación al
cambio
climático, como la protección de infraestructuras
contra
el clima.
Tierra
La
gestión integrada de las cuencas hidrográficas; el
crecimiento
inteligente en las ciudades; la protección
de
tierras agrícolas más productivas y los espacios
verdes;
el manejo integrado de plagas y la agricultura
sin
labranza y/u orgánica; una mejor gestión forestal;
el
pago por servicios ambientales (PSA) y REDD+;
agroforestería
y prácticas silvopastorales.
Productos
químicos y desechos
El
registro de productos químicos; la responsabilidad
ampliada
del productor; el rediseño del producto
(diseño
para el medio ambiente); el análisis del
ciclo
de vida; la reducción, reutilización y reciclado
(3erres)
y la producción menos contaminante;
sistemas
nacionales y regionales de tratamiento de
desechos
peligrosos; control de exportaciones e
importaciones
inadecuadas de desechos y productos
químicos
peligrosos.
Energía
Mayor
cooperación internacional en la esfera de la
transferencia
y aplicación de tecnologías de ahorro de
energía;
la promoción de la eficiencia energética; mayor
uso
de energías renovables; tarifas preferenciales para la
compra
de energía de fuentes renovables; restricciones
a
los subsidios a los combustibles fósiles; zonas de
bajas
emisiones dentro de las ciudades; investigación y
desarrollo,
especialmente para baterías y otras formas
de
almacenamiento de energía.
Mares
y océanos
La
gestión integrada de zonas costeras (de las cimas a
los
arrecifes); áreas marinas protegidas; instrumentos
económicos,
tales como el cobro a los usuarios.
Gobernanza
ambiental
Participación
de múltiples actores y niveles múltiples;
mayor
uso del principio de subsidiariedad; gobernanza
en
los niveles locales; sinergias normativas y
eliminación
de conflictos; evaluación ambiental
estratégica;
sistemas de contabilidad que valoran el
capital
natural y los servicios de los ecosistemas; mejor
acceso
a la información, la participación y la justicia
ambiental;
fortalecimiento de la capacidad de todos
los
agentes; mejores sistemas de monitoreo y fijación
de
metas.
Sin
embargo, cada región llegó a la conclusión de que,
incluso
si las políticas que aparentemente proporcionan
buenos
resultados se aplicaran más extensamente,
existe
una confianza baja de poder revertir algunas
de
las tendencias mundiales actuales perjudiciales
para
el medio ambiente. No caben dudas de que
hacen
falta enfoques innovadores. Además, por un
lado
es preciso saber elegir las políticas pero, por
otro,
lo que se necesita cada vez más es ocuparse
de
las fuerzas motrices subyacentes en lugar de
hacer
frente a los impactos de la degradación del
medio
ambiente. Las políticas regulatorias, aquellas
basadas
en información y en el mercado que realmente
cambian
el comportamiento humano y empresarial
pueden
convertirse en verdaderos impulsores de
un
cambio transformador. Asimismo, muchas de las
políticas
analizadas tuvieron éxito, en parte, debido al
contexto
local o a que existía un entorno propicio. De
ello
se desprende, por lo tanto, que la transferencia
y
la reproducción de las políticas en otros contextos,
a
pesar de ser un enfoque que por lo general es
observado,
exige siempre un examen previo cuidadoso
su
sostenibilidad antes de la implementación.
6.
Respuestas innovadoras: una oportunidad para la
cooperación
El
GEO 5 identifica una selección de metas y objetivos
acordados
internacionalmente que responden a la
necesidad
de mejorar el bienestar humano en todo
el
mundo protegiendo y utilizando, al mismo tiempo,
procesos
ambientales que sustentan la vida. Para lograr
estos
objetivos y metas para el desarrollo sostenible
hacen
falta más respuestas innovadoras en todos los
niveles,
ya que la reproducción y el aumento de escala
de
las políticas actuales no serán suficientes. Los
estudios
que se han llevado a cabo sobre los escenarios
de
sostenibilidad existentes muestran que para cumplir
los
objetivos establecidos son necesarias, por un lado,
soluciones
normativas a corto plazo y, por otro, medidas
estructurales
a largo plazo.
Las
respuestas a nivel local, nacional e internacional
interactúan
y generan un cambio incremental,
estructural
y de transformación. Como no existe una
solución
universal para la degradación del medio
ambiente,
hace falta aplicar diversas respuestas
adaptadas
a cada circunstancia que atiendan a las
distintas
necesidades regionales. Ahora bien, en áreas
de
interés común a escala mundial, la coordinación,
la
participación y la cooperación son fundamentales
para
alcanzar en forma conjunta los objetivos y metas
acordados
internacionalmente y, al mismo tiempo,
paliar
las carencias de capacidad de diversos países.
Para
que las medidas adoptadas a nivel submundial
sean
efectivas, podrían aprovechar las cuatro
perspectivas
estratégicas derivadas de la nueva
comprensión
científica de los procesos de transición
en
sistemas socioecológicos complejos:
•
una
visión convincente de la sostenibilidad:
basándose
en objetivos y metas, así como en los
conocimientos
científicos. La sociedad en todos
los
niveles debe comprometerse en un esfuerzo
por
definir visiones de un futuro sostenible y lo que
es
necesario para emprender el camino hacia una
transición
viable;
•
cambiar
lo insostenible: la introducción de nuevas
medidas
innovadoras que respeten una visión y el
camino
hacia la sostenibilidad debe ir acompañada
de
medidas para identificar y reorientar o revertir las
políticas
que no son sostenibles;
•
ejercer
influencia: para una transición exitosa
será
necesaria una gran diversidad de medidas
que:
fortalezcan una mentalidad de sostenibilidad
en
la sociedad mediante la educación y la
sensibilización;
cambien las reglas y los
incentivos
para promover prácticas sostenibles;
y
den lugar a comentarios sobre su aplicación y
a
partir de estos generen los ajustes necesarios
en
los procesos físicos y las estructuras de las
organizaciones
para mantener a niveles aceptables
las
presiones ambientales;
•
la
gestión y la gobernanza adaptables: los gobiernos
y
otras entidades necesitan una mayor capacidad
para
gestionar complejos procesos de transición a
través
una vigilancia, aprendizaje y corrección del
curso
continuos para reducir los costos que implica
la
no consecución de los objetivos acordados a
nivel
internacional.
La
obtención de resultados requiere una combinación
de
tecnologías, inversiones, gobernanza y medidas de
gestión,
conjuntamente con patrones de producción
y
consumo sostenibles. Una economía verde con
bajo
consumo de carbono y eficiente en el uso de los
recursos
en el contexto del desarrollo sostenible y la
erradicación
de la pobreza, con un apoyo adecuado
para
el desarrollo de innovación ambiental, ofrece
grandes
oportunidades ambientales y económicas
para
la conservación del medio ambiente, la creación
de
nuevos puestos de trabajo, la reducción de los
costos
de producción y el fortalecimiento de la
competitividad.
Las nuevas medidas solo tendrán éxito
si
van acompañadas de un cambio o reorientación de
las
políticas que han dado resultados insostenibles.
Las
transformaciones de tal complejidad requieren un
proceso
de transición gradual pero constante. Durante
este
proceso será necesario hacer un seguimiento
adecuado
de la repercusión de las respuestas para,
si
fuera necesario, adoptar medidas correctivas para
no
desviarse del camino hacia el cumplimiento de los
objetivos
y metas acordados internacionalmente. Al
mismo
tiempo, es importante fortalecer las condiciones
estructurales
– prestar apoyo a la creación de
capacidad
y crear un entorno propicio en consonancia
con
la visión de un mundo sostenible.
Un
enfoque basado en los resultados para fomentar
el
bienestar de los seres humanos y la sostenibilidad
incluye,
además de otras cosas:
Construir
metas ambientales y monitorear sus
resultados
en el contexto del establecimiento de
metas
de desarrollo sostenible
No
cabrá posibilidad de formular es de suma
importancia
que la formulación de metas de desarrollo
sostenible
tome en cuenta las lecciones aprendidas
con
los ODM. Las métricas deberían registrar el
progreso
hacia la sostenibilidad, fortalecer la rendición
de
cuentas y facilitar el aprendizaje. Esos objetivos
también
podrían servir de orientación para una
hoja
de ruta de las inversiones del sector público y
privado
para una economía verde e integradora que
estimule
el desarrollo económico y la creación de
empleo
mediante el uso sostenible de los ecosistemas
y
recursos naturales, así como las inversiones en
infraestructura
y tecnología. Se podría investigar la
posibilidad
de establecer nuevas metas, relacionadas
con
los factores críticos de cambio, tales como el
consumo
y la producción de alimentos, energía y agua.
El
seguimiento sistemático y los exámenes periódicos
de
los avances hacia el cumplimiento de los objetivos
universalmente
acordados promoverían la mejora
continua
y el aprendizaje social, así como la rendición
de
cuentas a nivel institucional e individual.
Invertir
en mejorar las capacidades y mecanismos
a
nivel local, nacional e internacional para lograr
la
sostenibilidad, en particular a través de una
economía
verde en el contexto del desarrollo
sostenible
y la erradicación de la pobreza
Para
esto tal vez sean necesarios mecanismos que
faciliten
la difusión de lecciones fundamentales de
política,
basadas en las prioridades mencionadas
anteriormente
y las aportaciones de los gobiernos y
otros
interesados directos, del mundo entero, y una
mayor
rendición de cuentas basada en la recopilación
de
datos y la evaluación, incluido el monitoreo
financiero
y revisiones periódicas. Un entorno político
estable,
alianzas y el desarrollo de un entorno favorable
son
la clave para desatar la creatividad del sector
privado,
junto con la innovación y la cooperación
tecnológica
a través de la colaboración en la esfera
de
las investigaciones y el desarrollo y plataformas
para
el intercambio de conocimientos. La obtención
de
resultados también exigirá el fortalecimiento de las
capacidades
nacionales para desarrollar, y llevar a la
práctica
estrategias para combatir la degradación del
medio
ambiente.
Mejorar
la eficacia de las instituciones mundiales
para
satisfacer las necesidades humanas evitando,
al
mismo tiempo, la degradación del medio ambiente
En
todo el mundo, las entidades del sistema ambiental
internacional
deben transformar los modos en que
operan
haciendo más esfuerzos para integrar las
consideraciones
ambientales a la formulación de
políticas,
planes y programas económicos, obtener
resultados
a nivel subregional, regional, nacional y local,
y
mejorar la coordinación y la comunicación. Se podría
contemplar
la posibilidad de establecer una estrategia
para
la protección del medio ambiente a nivel de todo
el
sistema de las Naciones Unidas, en el contexto del
desarrollo
sostenible, para mejorar la compatibilidad
de
la gran diversidad de instrumentos, actividades y
capacidad,
y apoyar los esfuerzos que despliegan los
Estados
Miembros para ejecutar la agenda ambiental,
incluidos
los acuerdos ambientales multilaterales.
Otros
factores que ayudarían a lograr este propósito son
la
mejora en la construcción de capacidad científiconormativa
en
todo el mundo, el fortalecimiento de los
sistemas
de vigilancia y recopilación de datos, así como
la
comunicación específica de los descubrimientos
científicos
a diversos públicos. Se prevé que en el futuro
la
Plataforma intergubernamental científico-normativa
sobre
diversidad biológica y servicios de los ecosistemas
(IPBES)
hará una contribución importante a la interfaz
entre
la ciencia y las políticas. Además, el proceso de
sinergias
entre los convenios relacionados con los
productos
químicos y los desechos – Basilea, Estocolmo
y
Rotterdam - brinda oportunidades para una mayor
concienciación,
la transferencia de conocimientos,
creación
de capacidad y aplicación a nivel nacional y
debería
estudiarse en mayor medida.
Datos
cronológicos coherentes, recopilación de
datos
y evaluaciones accesibles
Para
poder hacer una valoración del capital natural
y
de los servicios de los ecosistemas y formular
políticas
ambientales con una base empírica hace falta
reunir
regularmente datos oficiales sobre el medio
ambiente
que sean oportunos, confiables, coherentes,
accesibles
y pertinentes. Además, es imposible
juzgar
la eficacia de las políticas o programas sin una
recopilación
y evaluación sistemáticas y repetidas
de
datos. La información ambiental que se obtenga
debería
integrarse a los datos socioeconómicos
para
su posible inclusión en las cuentas nacionales.
Además,
la información es necesaria para mostrar a
los
encargados de la adopción de decisiones y otros
interesados
directos la manera en que se distribuyen los
presupuestos,
así como para una mejor comprensión y
aprovechamiento.
Los recursos financieros y la creación
de
capacidad son fundamentales para poder reunir
sistemáticamente
datos confiables, en particular en los
países
en desarrollo. También se debería dar una gran
prioridad
a fortalecer la capacidad técnica, así como la
capacidad
institucional para una recopilación periódica
de
datos, su monitoreo y uso en los procesos normativos
y
de planificación a nivel nacional.
Fortalecer
la educación ambiental y la
sensibilización
de las cuestiones de sostenibilidad
Para
facilitar la consecución de las metas y objetivos
convenidos
a nivel internacional, lograr resultados
tangibles
en los planos nacional, regional e
internacional,
y encuadrar las políticas y programas
ambientales
para que faciliten los objetivos de
desarrollo
sostenible es esencial fortalecer la educación
y
crear una mayor conciencia con respecto a que las
cuestiones
de sostenibilidad son una de las principales
fuerzas
motrices.
Fortalecer
el acceso a la información, la
participación
pública en la adopción de decisiones
y
el acceso a la justicia en asuntos ambientales
Para
mejorar la participación y desarrollar capacidad a
nivel
nacional e internacional, es fundamental contar
con
la participación sustantiva de la sociedad civil,
el
sector privado y otros actores pertinentes en los
procesos
de formulación de políticas. La comunidad
internacional
y los gobiernos en todos los niveles
podrían
mejorar el acceso a la información, fomentar el
compromiso
de los interesados directos para participar
en
la adopción de decisiones y desarrollar la capacidad
para
poder lograrlo, además de mejorar el acceso a la
justicia
en asuntos ambientales con el fin de responder
a
los desafíos ambientales y de desarrollo.
A
pesar de los enormes desafíos, emprender un camino
que
posibilite el cumplimiento de los objetivos y las
metas
ambientales acordados internacionalmente
es
posible y la transición ya está en marcha. Hoy en
día
existen magníficas oportunidades para llevar a
una
escala mayor las políticas que pueden ayudar a
revertir
las tendencias ambientales negativas y reparar
las
desigualdades y la insuficiencia de los marcos
institucionales
en los que opera en la actualidad la
sociedad.
También es imperativo que la comunidad
internacional
invierta en soluciones estructurales,
desde
cambios fundamentales en los valores, el
diseño
y la estructura de las instituciones hasta marcos
normativos
innovadores, que ayudarán a encarar las
causas
fundamentales, y no solamente los síntomas,
de
la degradación ambiental. Las soluciones están
al
alcance, pero será necesario adoptar medidas
inmediatas,
ambiciosas y cooperativas para alcanzar
las
metas y objetivos acordados a nivel internacional
y,
así, evitar cambios irreversibles en las funciones
que
sustentan la vida del planeta y un incremento aun
mayor
de los costos económicos, ambientales y para el
bienestar
de los seres humanos.
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